viernes, 11 de junio de 2010

Cuento del Hada y la sombra


Hace mucho, mucho tiempo, antes de que los hombres y sus ciudades llenaran la tierra, antes

incluso de que muchas cosas tuvieran un nombre, existía un lugar misterioso custodiado por el

hada del lago. Justa y generosa, todos sus vasallos siempre estaban dispuestos a servirle. Y

cuando unos malvados seres amenazaron el lago y sus bosques, muchos se unieron al hada

cuando les pidió que la acompañaran en un peligroso viaje a través de ríos, pantanos y desiertos

en busca de la Piedra de Cristal, la única salvación posible para todos.



El hada advirtió de los peligros y dificultades, de lo difícil que sería aguantar todo el viaje, pero

ninguno se asustó. Todos prometieron acompañarla hasta donde hiciera falta, y aquel mismo día,

el hada y sus 50 más leales vasallos comenzaron el viaje. El camino fue aún más terrible y duro

que lo que había anunciado el hada. Se enfrentaron a bestias terribles, caminaron día y noche y

vagaron perdidos por el desierto sufriendo el hambre y la sed. Ante tantas adversidades muchos

se desanimaron y terminaron por abandonar el viaje a medio camino, hasta que sólo quedó uno,

llamado Sombra. No era el más valiente, ni el mejor luchador, ni siquiera el más listo o divertido,

pero continuó junto al hada hasta el final. Cuando ésta le preguntaba que por qué no abandonaba

como los demás, Sombra respondía siempre lo mismo "Os dije que os acompañaría a pesar de

las dificultades, y éso es lo que hago. No voy a dar media vuelta sólo porque haya sido verdad

que iba a ser duro".



Gracias a su leal Sombra pudo el hada por fin encontrar la Piedra de Cristal, pero el monstruoso

Guardián de la piedra no estaba dispuesto a entregársela. Entonces Sombra, en un último gesto

de lealtad, se ofreció a cambio de la piedra quedándose al servicio del Guardián por el resto de

sus días...



La poderosa magia de la Piedra de Cristal permitió al hada regresar al lago y expulsar a los seres

malvados, pero cada noche lloraba la ausencia de su fiel Sombra, pues de aquel firme y generoso

compromiso surgió un amor más fuerte que ningún otro. Y en su recuerdo, queriendo mostrar a

todos el valor de la lealtad y el compromiso, regaló a cada ser de la tierra su propia sombra

durante el día; pero al llegar la noche, todas las sombras acuden el lago, donde consuelan y

acompañan a su triste hada.


Autor: Pedro Pablo Sacristán

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